jueves, 10 de agosto de 2017

El aborto de papeles o aborto masculino.


El film "Serpico", interpretado por un joven Al Pacino, cuenta la historia de un detective de la policía de Nueva York que descubre una red de corrupción entre sus colegas. La película fue un gran éxito en su momento, pero lo interesante es que la historia está basada en una persona real, Frank Serpico.

Pero Serpico no solamente es conocido por esta historia sino también por haber peleado en la corte su derecho a negar la paternidad a una mujer con la que tuvo una única relación sexual.

Leamos la traducción de parte del artículo del New York Times de esa época:

Frank Serpico y Karen DeCrow sería un equipo improbable en cualquier corte de justicia, pero la escena en el Tribunal de Familia en Manhattan ayer fue aún más improbable. DeCrow, destacada feminista y ex presidenta de la Organización Nacional para la Mujer, es abogada de la defensa en una acción de paternidad llevada a cabo por la ex amante del Sr. Serpico.

Si la posición de DeCrow prevaleciera, al Sr. Serpico no se le requerirá proporcionar manutención a la madre soltera de su hijo de un año de edad.

Su postura en el caso ha enfurecido a algunas feministas. Pero DeCrow y su cliente, que sostiene que fue engañado para engendrar a un niño que nunca quiso, dicen que están simplemente luchando por los principios con los que siempre se han identificado.

Para Miss DeCrow, ahora abogada en Siracusa, el objetivo es la verdadera igualdad entre los sexos. Para el Sr. Serpico, el policía cuyas revelaciones de corrupción en el Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York condujeron a la creación de la Comisión Knapp en 1969, la causa no es nada menos que "libertad de elección, libertad de expresión y libertad de escuchar a mi ser interior ". "Yo soy la víctima ", "Lo sé, el público piensa, ahí está el padre, abandonando a su hijo", declaró Serpico. "Eso es una tontería. Soy la víctima en este caso".

El mes pasado, el Sr. Serpico obtuvo una sentencia ampliamente favorable de la jueza Nanette Dembitz, del Tribunal de Familia, quien sostuvo que se debería exigir a la madre del niño que mantuviera sola al niño, si sus ingresos fueran adecuados .

La audiencia de ayer se celebró para determinar si la mujer, una azafata de aerolínea conocida en el argot de la Corte de Familia sólo como L. Pamela P., tenía suficientes recursos para la tarea. A pesar de que sigue disputando la paternidad, el Sr. Serpico reconoce haber tenido relaciones sexuales con la Srta. P. en el otoño de 1979. Sin embargo, afirma que ella le aseguró fraudulentamente que estaba tomando píldoras anticonceptivas cuando estaba tratando de concebir a un niño pues estaba entonces en el período más fértil de su ciclo menstrual.

Pamela P. tuvo un hijo el 15 de marzo de 1980 y, según el juez Dembitz, la paternidad del Sr. Serpico fue establecida "de manera clara y convincente" por la prueba de hemograma de Human Leukocyte Antigen. "La relación era puramente sexual, y yo no tenía ninguna relación emocional con la mujer", dijo Serpico. "Me utilizaron como banco de esperma".

Link al artículo del NYT del 06/11/1981


Biografía de Karen DeCrow en wikipedia


Como decíamos, este es un caso testigo que ejemplifica el predicamento en el que se ve un varón cuando intenta ejercer su derecho a la paternidad ** en una sociedad donde el aborto es legal **.

Para ampliar más los conceptos sugerimos visitar este excelente video sobre el tema:



sábado, 20 de mayo de 2017

Lo que desean los hombres y mujeres en el sexo opuesto.

En orden descendente de importancia, aquí están los rasgos femeninos que los hombres desean en las mujeres:

Belleza.
Feminidad.
Apetito sexual.

En orden descendente de importancia, aquí están los rasgos masculinos que las mujeres desean en los hombres:

Dominación psicosocial (game).
Alto estatus / fama.
Personalidad (pasión / carisma / humor).
Riqueza.
Buena apariencia / altura / muscularidad.
Inteligencia.
Confiabilidad.
Destreza sexual.


Leído en Heartiste

viernes, 19 de mayo de 2017

Zaffaroni sobre "los femicidios" (artículo en P12 de Mayo del 2017)


Femicidio


Por E. Raúl Zaffaroni


El feminismo es quizá el movimiento más revolucionario que nos llega del siglo pasado, pues con las ricas discusiones de todas sus variables teóricas, al sacar a luz los efectos del patriarcado provocó la crítica más contundente a nuestra orgullosa cultura “occidental”, corriendo el velo que cubría la discriminación machista subordinante, nada menos que de la mitad de la especie humana.

No obstante, la traducción de esa crítica a un replanteo cultural no es sencilla y, por su propia naturaleza, requiere tiempo. En tanto, todos los días leemos noticias de nuevos femicidios, entendiendo por tales los homicidios con base motivacional machista.

Conforme a las circunstancias se podría intentar una clasificación de estos delitos, pero lo cierto es que todos los casos tienen en común que la resistencia de la mujer a continuar o iniciar una relación o a prestarse a un acto sexual, decide al “macho” (herido en su “hombría”) a dar muerte a ella o a un tercero por venganza. En la mente del criminal femicida domina la convicción de que la mujer no tiene derecho a resistirse a la voluntad del “alfa”.

Si la frecuencia de femicidios se mantuviese estable, podrían atribuirse directamente a la cultura machista dominante en nuestra sociedad, pero mientras se lucha contra esa cultura, habría que preguntarse qué se puede hacer para prevenirlos. Pero si en realidad la frecuencia femicida ha aumentado –y más si nos hallamos en un pico, brote o “epidemia”–, sin perjuicio de seguir enfrentando la cultura machista, habría que averiguar qué otros factores han incidido en eso, obviamente que no por mera curiosidad, sino también para prevenir los hechos y contener el fenómeno.

Las marchas y manifestaciones públicas son medios de lucha positivos que generan conciencia contra la cultura machista, pero en lo inmediato no tienen eficacia preventiva, tanto más si en realidad lo que se está registrando es un aumento de la frecuencia femicida.

Las penas para los femicidas son las máximas de nuestra legislación, debido a que en casi todos los casos, se trata de homicidios con múltiples agravantes y, por ende, penados con prisión perpetua, que es la máxima pena de nuestra ley. Si la frecuencia criminal se mantiene, y más si ha aumentado, es claro que la pena máxima no tiene efecto preventivo disuasorio, fuera de que es obvio que no lo puede tener en los casos no tan raros de “femicidio-suicidio”, a veces de brutal crueldad. Si bien es correcto seguir imponiendo esas penas, lo cierto es que el derecho penal llega tarde, pues las mujeres ya están muertas, y no parece razonable que el Estado se limite a recoger cadáveres e imponer penas.

Colocándonos en la hipótesis más grave, es decir, la del aumento de la frecuencia femicida, cabría entender que la cultura machista sería como un mar, pero que lo agitarían olas impulsadas por vientos cuya naturaleza sería necesario investigar. Es posible imaginar que nos hallaríamos ante algo semejante a lo que sucedía en Europa hace siglos, cuando sobre la base cultural del oscurantismo que llevaba a quemar mujeres, se agitaban de vez en cuando olas o epidemias de “quema de brujas” que luego se calmaban.

Si en verdad nos hallamos en un brote femicida, lo cierto es que la pena perpetua –con todo lo justa se sea– no lo contiene, y si bien las marchas y manifestaciones son necesarias, positivas y útiles, su naturaleza de lucha cultural demorará su efecto en el tiempo y, en tanto, clama la razón más elemental que es indispensable hacer algo diferente para evitar nuevas muertes.

Ante todas estas dudas, una sociedad en la que predominen actitudes racionales debería preguntarse muy en serio qué es lo que está sucediendo, para encarar con máxima eficacia la prevención de los femicidios. 

La respuesta a esta pregunta no la pueda dar sino la criminología de campo, o sea, una investigación seria y completa, que abarque en todo el país los casos de esta particular criminalidad y, por cierto, que no sería difícil ni caro llevarla a cabo, pues contaría incluso con innumerables personas dispuestas a colaborar en ella, aún sin costo alguno. 

La experiencia que resulta de la investigación de homicidios que en el Poder Judicial nacional se lleva a cabo desde hace años para el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, indica que la única fuente de datos seguros la proveen los expedientes judiciales. Al comienzo de esa investigación, sorprendió la enorme disparidad en los datos que resultaban de esa fuente y los que proporcionaban otras menos seguras y que hasta ese momento, sin discusión alguna, se daban por ciertas.

El universo de los femicidios no es tan grande, de modo que en una investigación se puede abarcar la totalidad de las causas judiciales, sin necesidad de acudir a proyecciones y otros cálculos dudosos, es decir, que se puede recoger la totalidad de los datos disponibles.

Ante todo, se trata de una “cifra dura”, en el sentido de que la casi totalidad de los hechos reales se registra en sede judicial. En los homicidios que se cometen en nuestro territorio, la “cifra oscura” no se puede descartar, pero no es de magnitud distorsionante de las conclusiones (no así en países donde, por ejemplo, se descubren numerosos cadáveres en fosas).

Salvo los casos de agresión sexual a una víctima por un desconocido o conocido accidental, en todos los demás femicidios, dado que el criminal está vinculado a la víctima, también es conocido, lo que permite indagar circunstancias subjetivas que puedan ser reveladoras para la prevención.

Todos estos son factores que facilitan la investigación criminológica de estos crímenes y que no se presentan en otros hechos delictivos, como por ejemplo en los delitos contra la propiedad, en que el universo es muchísimo mayor, la “cifra oscura” casi imponderable y víctimas y victimarios mucho menos identificados.

¿Qué sería, pues, lo que habría que hacer? Se me ocurre que en primer lugar sería necesario reunir toda la información de que se disponga hasta el presente en distintos organismos oficiales y evaluar su utilidad para efectos preventivos.

Como segundo paso, sería necesario un acuerdo del Poder Judicial de la Nación y los Poderes Judiciales provinciales para llevar adelante la investigación sobre los datos “duros”, facilitando en todo el país el acceso a los expedientes por parte de los investigadores, con las debidas garantías y reserva de secreto profesional en actuaciones en trámite.

Sería necesario a continuación reunir un seminario limitado de expertos, que confeccione un protocolo de preguntas y datos a recoger de cada expediente judicial. Ninguna investigación es “neutra”, pues todas tratan de probar alguna hipótesis, y en este caso serían varias las que estarían en juego. El seminario de expertos concretaría las hipótesis e indicaría los datos que fuesen necesarios para su verificación positiva o negativa. Quizá no sea menester recoger más de unos 30 o 40 datos de cada proceso, aunque tal vez ese número sea incluso exagerado.

El paso siguiente consistiría en convocar a un curso de dos o tres días para entrenar a los equipos que fuesen a recoger los datos de cada expediente, a efectos de que la tarea sea lo más homogénea posible. Se evaluaría el universo de casos y la capacidad de investigación, para decidir desde qué año se recogerían los datos. Si la capacidad de los equipos permitiese recoger los datos de cinco años, sería suficiente para verificar la dinámica del delito en el tiempo y si en realidad nos hallamos ante un brote o “epidemia”.

Los datos deberían ser compilados y elaborados por un equipo interdisciplinario, dados a publicidad y presentados con una convocatoria amplia, que muestre las conclusiones, obviamente centradas en lo que interese más directamente a la prevención. De la discusión de las conclusiones resultarán, sin duda, motivos para investigaciones más cualitativas, que sigan profundizando la indagación con objetivo preventivo.  

Una investigación criminológica seria sobre un fenómeno criminal que en principio parece bastante desconcertante, no debe descartar ninguna hipótesis de las posibles y razonables, pero debe tenerse en cuenta que, sin verificación empírica, esas hipótesis no pasan de meras opiniones o posibilidades que únicamente permiten hacer prevención con el método de ensayo y error, lo que en el caso de vidas humanas resulta aberrante.

Sólo con los datos en la mano podríamos saber qué hipótesis son válidas y cuáles cabe descartar o darles una dimensión más adecuada, para marchar con cierta seguridad en dirección a la prevención. 

“La única verdad es la realidad”, y a la realidad de lo que sucede en una sociedad se llega sólo por vías racionales, siguiendo técnicas con material y elementos humanos de los que disponemos en abundancia. En una sociedad madura que se enfrenta a un fenómeno de esta naturaleza, nadie podría negar la evidencia de que es imposible prevenir lo que se desconoce, como que ante la posibilidad de un brote homicida, tampoco es cuestión de perder el tiempo teorizando en el vacío.

* Profesor Emérito de la UBA.

Link al artículo en P12 


domingo, 2 de abril de 2017

La importancia de DARC

El DARC (receptor de antígeno Duffy para quimiocinas) es un receptor expresado en glóbulos rojos, clave en la infección de esas células por la malaria vivax.

Una versión del gen que elimina la expresión de este receptor en los glóbulos rojos (y previene la infección de la malaria vivax) ha alcanzado una frecuencia muy alta (hasta 99%) en el África subsahariana.

Un nuevo artículo en PLOS Genetics concluye que esto fue impulsado por algún tipo de fuerte selección, aunque hace mucho tiempo (alrededor de 40.000 años).

Se estimó que la mutación Duffy-negativa confería una ventaja selectiva de alrededor del 4,3%, lo que condujo a su establecimiento efectivo en aproximadamente 8.000 años. Naturalmente se sospecha que la selección fue impulsada por la malaria vivax, pero desconcierta un poco el hecho de que hoy en día el vivax suele ser leve (al menos en comparación con la malaria falciparum).

Vivax se encuentra a menudo en lugares donde no se puede transmitir todo el año (debido al invierno): espera en el hígado [hipnozooitos] y reaparece más tarde, a veces mucho más tarde. He oído hablar de casos en los que reapareció hasta 40 años después. Esto significa que no puede darse el lujo de ser demasiado severo - tiene que dejar que el anfitrión sobreviviva.

Sin embargo, en el clima de los trópicos, puede llegar a ser más virulento, y tal vez lo fue en el pasado. Una ventaja del 4,3% es mucho respecto de la selección natural - es lo suficiente como para llevar la frecuencia de un gen de un 0.1% al 99% en unos pocos miles de años.

De la misma manera, una tendencia conductual (hereditaria, por supuesto) que llevó a los hombres a tener relaciones sexuales con otras mujeres aparte de su pareja primaria, cuando era práctico, podría llegar a ser muy común incluso si sólo daba como resultado un pequeño porcentaje de supervivientes por generación, digamos 2.2 en lugar de 2.1. Interés compuesto.

Un comportamiento no tendría que dar 100 niños adicionales para llegar a ser común (¡aunque producir un extra de 100 sin duda tendría ese efecto!). De la misma manera, una tendencia conductual hereditaria que redujera el número promedio de descendientes en un pequeño porcentaje también se volvería rara en unos miles de años.

¿Qué fracción de los practicantes de las ciencias sociales entiende esta sutileza de la genética poblacional cuantitativa? 

Muy pocos, creo.

Link al artículo original

miércoles, 15 de febrero de 2017

El ‘efecto imitación’ y su influencia en los asesinatos de mujeres

El ‘efecto imitación’ y su influencia en los asesinatos de mujeres
"Una tesis doctoral concluye que la probabilidad de que se cometa un femicidio es 24 veces mayor si en los 10 días previos ha aparecido una noticia similar en los medios".

Link a nota en Clarín


EL LLAMADO "EFECTO IMITACIÓN" EN HOMICIDIOS DE PAREJA

La distribución temporal de los femicidios no es una distribución al azar. Es una distribución que tiene un número de femicidios concentrados en determinadas situaciones mayor de lo esperable en una distribución aleatoria; por tanto algunos femicidios podrían responder a un esquema de contagio.
Esa concentración no aleatoria de los femicidios permite afirmar que si en un instante se da un femicidio el riesgo de que en el instante siguiente se dé otro es 1,67 veces mayor. Además podrían darse un efecto inmediato cercano, que dispara la conducta, y otro más diferido.
El porcentaje de femicidios que se dan en un instante cuando en el instante inmediatamente anterior se ha dado otro podría ser de un 25%.



Los feminicidios de pareja: efecto imitación y análisis criminológico de los 30 casos sentenciados por la Audiencia Provincial de Barcelona (2006-2011)

A pesar de los importantes cambios sociales y legislativos sobre el tema de los malos tratos domésticos que se han llevado a cabo en los últimos años, no solo en España sino también en muchos otros países, los casos de violencia grave contra la mujer por su pareja masculina se van sucediendo a un ritmo preocupante. Estamos ante una violencia que, en la mayoría de los casos, tiene notas comunes: suele ir precedida de amenazas de muerte, es misógina, consciente, la indefensión de la víctima está garantizada y es el resultado de una escalada de violencia que puede culminar en el feminicidio (asesinato de la mujer a manos de su pareja o ex pareja). El estudio y análisis de estas muertes se hace necesario para poder evitar y prevenir, en su caso, otras similares. Si hasta ahora, la violencia contra las mujeres se ha estudiado como un fenómeno estructural, desde una perspectiva de macronivel, lo que pretende el presente estudio es analizar las características de 30 feminicidios (21 consumados y 9 en grado de tentativa) cometidos en la provincia de Barcelona en el periodo comprendido entre 2004 a 2009 y verificar, tras también su análisis, si la información difundida, durante ese mismo periodo de tiempo, por los medios de comunicación sobre dichos sucesos ha influido en la repetición o frecuencia de posteriores asesinatos, es decir, si se ha producido o no efecto imitación. Se ha realizado un estudio jurisprudencial y criminológico basado en 30 sentencias dictadas durante los años 2006 a 2011 por la Audiencia Provincial de Barcelona, por delitos de asesinato llevados a cabo por hombres contra sus parejas o ex parejas, en las que se analizan principalmente las figuras del agresor y la de la víctima, además otros elementos también significativos sobre el propio hecho delictivo. La alta tasa de homicidio de la pareja está generando la necesidad de examinar e identificar las características demográficas y sociales, los predictores del fenómeno y los factores de riesgo constituidos por aquellas circunstancias (individuales, familiares, escolares, laborales, sociales o culturales) que hacen que el hombre sea proclive a las conductas y actitudes violentas que incrementan la probabilidad de que se produzca el feminicidio. Se analiza y evalúa el perfil psicológico del agresor condenado y las circunstancias en que se produjo el feminicidio. Para ello se valora toda la información disponible de cada caso, incluyendo sentencias, informes forenses y psicológicos realizados durante el procedimiento judicial y, tras la sentencia, los elaborados por los profesionales de los centros penitenciarios en que se encuentran cumpliendo condena. Finalmente se concluye que: 1. Hay una diversidad de perfiles del feminicida, diferentes a su vez de los del delincuente violento general, y 2. Se amplía significativamente la probabilidad de que se produzca un nuevo asesinato de pareja en los diez días siguientes a aparecer en los medios de comunicación la información de otro u otros anteriores.

domingo, 12 de febrero de 2017

Links a artículos y papers

CURRENT CONTROVERSIES AND PREVALENCE CONCERNING FEMALE OFFENDERS OF INTIMATE PARTNER VIOLENCE 

Why the Overwhelming Evidence on Partner Physical Has Not Been Perceived and Is Often Denied

Abstract

Over 200 studies have found about the same percentage of women as men physically assault partners, and that the risk factors and motivations are mostly the same as for men.Explanations are suggested for why this fundamental fact has not been perceived by the public and practitioners' including concealment and denial by many academics who know the research. Explanations for concealment and denial are also presented, with discussion of the adverse effects that misperception and denial have had on prevention and treatment programs.The practical implications of recognizing gender symmetry in partner violence are discussed.


viernes, 10 de febrero de 2017

Las consecuencias sociales de la emancipación femenina en la URSS

Durante la mayor parte de la historia, el trabajo fue visto como una carga impuesta al hombre como un castigo, algo que, salvo monjes y protestantes, la mayoría de la gente trató de evitar siempre. Durante los siglos XIX y XX, esta visión comenzaba a ser abandonada. El cambio se remonta al filósofo inglés de finales del siglo XVII, John Locke. El argumento de Locke era que, en el estado de naturaleza, cualquier persona tenía tanto derecho a todo como todos los demás. Los orígenes de la propiedad privada se encontraban en el trabajo; Si algunos poseían mucho más que otros, en última instancia esto se debía a que ellos o sus antepasados ​​habían trabajado más duro y hecho más para transformar la naturaleza cruda en productos consumibles por el hombre. [371]

Para el joven Marx, el trabajo productivo era la diferencia cardinal entre el hombre y otros animales. [372] En las manos o más bien en la boca de los líderes socialistas subsiguientes, el trabajo se convirtió en el fundamento del orden social. Más aún, los biólogos soviéticos declararon que la mano, en lugar del cerebro, era la principal característica humana. Así, no sólo el trabajo formaba la esencia del hombre, sino que realmente había causado su evolución. Anteriormente, la mayoría de los hombres se enorgullecían de su riqueza, su condición social y su educación. La mayoría de las mujeres, por cierto, también se enorgullecían de las cualidades de sus maridos. Pero ahora los capitalistas y los socialistas por igual comenzaban a alabar el trabajo. Como resultado, ser un hombre de ocio se volvió socialmente inaceptable, de modo que incluso aquellos que no necesitaban trabajar comenzaron a hacerlo, o al menos fingieron hacerlo. Gradualmente llegaron a considerar el trabajo como la esencia de sus vidas. Una vez que el trabajo había dejado de ser visto - al menos en forma declaratoria - como una carga y empezó a ser considerado como un privilegio, no pasó mucho tiempo antes de que los hombres, que decían hablar en nombre de las mujeres, comenzaran a sugerir que las mujeres compartieran eso. Como muestran los escritos de John Stuart Mill, el problema de emancipar a las mujeres del despotismo económico de sus maridos estaba muy en el aire.

El autor más importante que sugiere que el instrumento de emancipación debe ser el trabajo fue Friedrich Engels. En su obra "Los orígenes de la familia, la propiedad privada y el Estado", escribió que bajo el "comunismo primitivo" hombres y mujeres habían sido iguales, compartiendo los frutos de la tierra en común. Sin embargo, el progreso técnico y la invención del pastoreo y posteriormente de la agricultura llevaron a la propiedad privada sobre los medios de producción. Económicamente hablando, el cambio hizo que el trabajo de los hombres fuera mucho más importante que el de las mujeres. Peor todavía para las mujeres, condujo a una situación en la que la propiedad, que ya no era de propiedad en común, tenía que ser pasado a los hijos de un hombre. La combinación de herencia y propiedad privada resultó mortal para la posición de las mujeres en la sociedad. La única manera de romper la dependencia económica de las mujeres y, por lo tanto, social, era para ellas "participar en la producción a gran escala social". Engels significaba trabajo remunerado fuera del hogar. El trabajo no remunerado que habían hecho anteriormente era, a su juicio, improductivo por definición. [373]

En parte debido a una preocupación genuina por las mujeres, en parte con la esperanza de que las mujeres se unieran al movimiento o persuadieran a sus maridos de hacerlo, otros líderes socialistas apoyaron estas ideas. El programa más detallado fue presentado por el fundador del Partido Socialdemócrata alemán, August Bebel. [374] En el relato de Bebel, la historia de las mujeres era una pésima historia de sujeción y degradación hecha posible por la falta de independencia económica de las mujeres. Bajo el socialismo, proclamaba, las mujeres serían liberadas. De hecho, el derecho a participar en el trabajo productivo y a ser remunerado en consecuencia era la esencia de la libertad. Habiendo terminado la dependencia económica de las mujeres, las personas de ambos sexos estarían libres -por primera vez en la historia- de elegir a sus parejas sólo por amor.

En muchos sentidos, el trabajo de Bebel formó la base para las políticas adoptadas por la Unión Soviética a partir de 1918 en adelante. Habiendo tomado el poder en un país arruinado por la guerra y la revolución, la preocupación más inmediata de los bolcheviques era restaurar la producción. Ellos creían que la forma más rápida de lograr este objetivo era aprovechar lo que ellos veían como la principal fuente de mano de obra sin explotar del país: el gran número de mujeres desempleadas. Fue principalmente para permitir, por no decir obligarlos, que el naciente Estado comunista llevara a cabo algunas de las más profundas reformas en la historia de las mujeres. [375] La naturaleza de las reformas fue delineada por dos mujeres, Alexandra Kollontai y la esposa de Lenin Nadezha Krupskaya, quienes se hicieron eco de Bebel sin darle el debido crédito.

Para Kollontai, en particular, el trabajo en favor de la sociedad era lo más importante en la vida, tan importante, de hecho, que apenas estaba dispuesta a conceder a las mujeres el tiempo necesario para entregar otra "unidad de trabajo". Para que las mujeres trabajaran, "La cocina debía separarse del matrimonio". Las tareas tradicionales de las mujeres, como la limpieza, la cocina, el lavado, la reparación de ropa e incluso la crianza de los niños deberían ser comunitarias . En sus momentos más radicales, Kollontai incluso predijo que la vivienda unifamiliar desaparecería. Su lugar sería ocupado por inmensos dormitorios. De hecho, los planes para tales dormitorios todavía estaban siendo producidos por los arquitectos durante los últimos años 20. [376]
Si se hubieran realizado estos planes, habrían convertido a la Unión Soviética en un vasto kibutz impersonal. Si sólo porque las mujeres se negaban a que se les quitaran a sus hijos como lo deseaba el Partido Comunista, poco se le ocurrió a esas ideas. Al final, las reformas más profundas fueron las introducidas en el derecho de familia. La posición de los hombres como jefes de familia fue oficialmente terminada, y con ella se hizo la distinción entre hijos legítimos e ilegítimos. Esperando que las mujeres trabajaran para ganarse la vida en igualdad de condiciones con los hombres, el gobierno hizo el divorcio tan fácil que la propia familia fue abolida. Con ella se también se eliminó la pensión alimenticia, ahora entendida como columna del viejo sistema capitalista. Se creía en ese momento que tales pagos monetarios robaban a las mujeres tanto su independencia económica como su orgullo.

Los resultados, entre ellos una tasa de divorcio disparada, rápidamente se revelaron. El número de esposas y niños abandonados que trataban desesperadamente de sobrevivir sin apoyo masculino -es decir, en general, sin ningún tipo de apoyo- se elevó a millones. [377] La ​​pobreza generó delincuencia. Una generación de jóvenes fue arrojada a la calle, forzada a vivir por el robo o la prostitución. A finales de la década de 1920, las autoridades decidieron realizar un oportuno giro . La familia fue restaurada a su lugar de honor como la unidad básica de la sociedad comunista. Las disposiciones de antes de la guerra que habían subordinado las mujeres a los hombres quedaron fuera de los libros, pero la pensión alimenticia fue restaurada para asegurarse de que los hombres divorciados continuaran apoyando a sus esposas e hijos. Las obras de Kollontai desaparecieron de las bibliotecas, y varios de los hombres responsables de redactar las leyes anteriores fueron fusilados. Al final, quizás la parte más importante del programa original que efectivamente se llevó a la práctica es precisamente la que nos concierne aquí, es decir, el esfuerzo por dirigir a las mujeres hacia el trabajo remunerado.

Antes de la Revolución, la gran mayoría de la población de los países que componen la Unión Soviética vivían de la agricultura, lo que significaba que las mujeres siempre habían trabajado tanto en el hogar como en su entorno. Eso iba a cambiar a finales de la década de 1920, cuando un vasto esfuerzo para sacar a las mujeres de la agricultura y en otras profesiones estaba en marcha. La proporción de mujeres en la fuerza laboral aumentó. Alcanzó el 24 por ciento en 1928, el 26,7 por ciento en 1930, el 31 por ciento en 1934 y el 35 por ciento en 1937. Como en otros países, las primeras mujeres que fueron contratadas fueron aquellas sin un hombre que las apoyara. Ya en 1936, cuando el régimen comunista estaba firmemente arraigado, menos de la mitad de las mujeres casadas trabajaban. [378]

Al principio, casi todo el aumento se produjo en sectores que tradicionalmente empleaban a mujeres. Estos incluyen la industria ligera - alimentos, tabaco, textiles, cuero y papel -, así como servicios como la enseñanza y el comercio. A partir de 1930, sin embargo, se lanzó un impulso decidido para empujar a las mujeres a trabajar en campos no tradicionales. En 1930-33, el 44 por ciento de los trabajadores de la construcción recientemente agregados, y hasta el 80 por ciento de los industriales, eran mujeres. La proporción de mujeres entre todos los trabajadores de la industria en gran escala saltó del 28 por ciento en 1930 al 40 por ciento en 1937. En las ciudades industriales más grandes, como Leningrado, la cifra era aún más elevada. Unas pocas mujeres seleccionadas que tuvieron éxito en sus nuevos campos se convirtieron en los focos de extensas campañas de propaganda. Algunos incluso ganaron el mayor premio de todos, un encuentro con el Padre del Pueblo en persona. Otras fueron impulsados ​​por leyes laborales draconianas. Aún así, incluso en este valiente mundo nuevo, las propias esposas de los líderes no trabajaban.

Millones de otras mujeres entraron en las universidades soviéticas y obtuvieron una educación profesional. A menudo lo hacían en campos previamente reservados para los hombres, como la ingeniería, aunque no en la medida en que el estado hubiera querido. Sin embargo, las mujeres no eran más capaces que sus camaradas  de superar las intolerables rigideces del régimen y su tendencia a sofocar cualquier iniciativa, económica o de otra índole. Al final, la jerarquía comunista del trabajo -incluyendo, después de 1945, lo que prevalecía en países satélites como Alemania Oriental y Checoslovaquia- se asemejaba a la de todos los demás países. La mayoría de las mujeres trabajaban en un puñado de ocupaciones donde los hombres eran escasos. Los más importantes fueron la enseñanza, la administración de bajo nivel, los servicios personales y el comercio al por menor. [381] Las mujeres soviéticas estaban concentradas en las posiciones menos prestigiosas y de bajos salarios.

La mujer podría haber estado bien representada en medicina y derecho, pero eso es en gran parte un reflejo del ingreso mediocre y el prestigio de los profesionales en esos campos. En la economía en su conjunto, cuanto más arriba se iba, menos mujeres se encontraban. [382] La falta de vivienda adecuada, la necesidad de pasar horas en una cola para los bienes de consumo más simples y la carga continua de las tareas domésticas hacían que la vida de muchas mujeres fuera intolerable . Y a partir de los años 30 en adelante, respondieron teniendo menos niños. En la Unión Soviética, los anticonceptivos eran siempre de calidad dudosa, escasos y, a veces, oficialmente desalentados o incluso prohibidos. Por lo tanto, el principal método de control de la natalidad consistió en abortos, tanto legales como ilegales. Se ha estimado que, durante los últimos años del régimen, dos tercios de todos los fetos fueron abortados. [383] Incluso en las mejores circunstancias, el aborto es una experiencia traumática. En la Unión Soviética, donde a menudo se llevaba a cabo en condiciones difíciles y con poco o ningún anestésico, era más aún así. [384] Casi no sería demasiado decir que, durante los 70 años de existencia del comunismo, su intento de emancipar a las mujeres al hacerlas trabajar en igualdad de condiciones con los hombres hizo que su propia voluntad de vivir y dar vida se extinguiera.

Fue sólo alrededor de 1980 que el régimen entendió que tenía un problema en sus manos. [385] Buscando una solución, comenzó cerrando 450 de las ocupaciones más difíciles y más peligrosas para las trabajadoras. A continuación, las mujeres obtuvieron permiso para trabajar a tiempo parcial. A otras mujeres se les permitía hacer ciertos tipos de trabajo en el hogar para combinar el trabajo con el cuidado de los niños. Esto fue seguido por períodos más largos de hojas parentales pagadas y no pagadas. [386] Finalmente, Mijail Gorbachov lanzó una campaña de "regreso a casa" que habría hecho retorcer a los padres y madres del socialismo en sus tumbas. [387] Las mujeres soviéticas habían aprendido la lección, negándose a entrar en los oficios manuales [388]. Algunas mujeres abjuraron del feminismo, a quien responsabilizaban de forzarlas a trabajar. Pero era demasiado poco, demasiado tarde. En el momento en que el comunismo se derrumbó, tan dura había sido la vida de las mujeres que la población de Rusia estaba disminuyendo en 1 millón cada año. Sólo durante los años noventa, la población de San Petersburgo se contrajo un 10 por ciento.

En los años sesenta, la idea de que el trabajo era un privilegio y una herramienta indispensable para la emancipación de la mujer llegó al Occidente capitalista. Ideológicamente hablando, esto fue una revolución. En 1930, Sigmund Freud declaró que la propensión humana "natural" era alejarse del trabajo. [389] Bien entrada la década de 1950, la expresión "esclavo asalariado" continuaba siendo utilizada. Describía el tipo de hombre que pasó toda su vida trabajando para corporaciones que no sólo lo controlaban, sino que rara vez dudaban en despedirlo de inmediato. Las mujeres dejaron en claro que no tenían ninguna intención de participar en tal servidumbre por más tiempo de lo necesario. Sólo entre 1945 y 1946, 3 millones de mujeres estadounidenses dejaron de trabajar y regresaron a casa. [390] En Gran Bretaña después de la Segunda Guerra Mundial, las plataformas de los tres partidos principales invitaron a las mujeres a continuar trabajando. Las mujeres, sin embargo, tenían otras ideas. Lejos de disfrutar de "su nueva independencia", como lo descubrió un investigador, las mujeres y las casadas en particular se habían tornado "desdichadas por las interrupciones de la guerra de la vida familiar" y "deseaban fervientemente regresar a su rutina habitual antes de la guerra. "[391] El resultado fue un baby boom de corta duración. Mientras tanto, para ocupar el lugar de los que habían abandonado la fuerza de trabajo, los trabajadores extranjeros debieron ser importados. [392]

En las décadas siguientes, la situación cambió constantemente. El primer factor detrás de la transición fue una mayor expectativa de vida, lo que significó que la mujer promedio pasaría la mayor parte de su vida sin tener hijos que cuidar. Una segunda causa fue el restablecimiento de la tendencia a largo plazo de la disminución de la fecundidad, que condujo al mismo resultado que una mayor esperanza de vida. Otra razón más fue la mejora de las oportunidades de educación para las mujeres, lo que hizo que muchos se preguntaran si ser ama de casa no era, de hecho, un colosal desperdicio de sus conocimientos y habilidades. El resultado fue lo que Betty Friedan llamó "el problema sin un nombre". Las mujeres, según ella, estaban confinadas a la rutina aletargante de la casa. Pasaban el tiempo limpiando suelos, sacando el polvo y, a modo de logro supremo, horneando galletas. Aburridas y aisladas, se volvieron enfermas mentales, o se hicieron alcohólicas, o se encontraron un amante.

Privileged Sex. Martin van Creveld